La Epidemia de Osteomielitis en las Prisiones de Nuevo México Indica Negligencia Médica

Muchas personas ven un tema como la atención médica de los reclusos con indiferencia o desdén absoluto. El subtexto subyacente dice: “se merecen lo que tienen”. Esta amplia indiferencia social hacia la salud de los reclusos ofrece una mala guía para la política con graves repercusiones en un contexto social más amplio.

Un artículo de “Oxford University Press” sobre enfermedades clínicas infecciosas, publicado en 2007, señaló que uno de cada treinta y tres adultos en los Estados Unidos estaba en prisión, en la cárcel, o en libertad condicional— un total de 7 millones de personas. Con respecto a las infecciones en las cárceles, el artículo establece:

“En comparación con el público en general, los reclusos recién encarcelados tienen una mayor prevalencia de infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, infección por el virus de la hepatitis B, infección por el virus de la hepatitis C, sífilis, gonorrea, clamidia e infección por Mycobacterium tuberculosis. Mientras están encarcelados, los reclusos tienen un mayor riesgo de adquirir patógenos transmitidos vía hematógena, enfermedades de transmisión sexual, infección por Staphylococcus aureus resistente a la meticilina e infección por organismos transmitidos vía aérea, como M. tuberculosis, virus de la influenza y virus de la varicela-zoster. “

Los reclusos no solo están expuestos entre sí, también están expuestos al personal y los guardias de la prisión y, al salir de los entornos correccionales en los que trabajan, regresan cada día a sus comunidades y familias y, si no se atienden sus condiciones médicas, van para propagarlos en la población general. Por lo tanto, el reconocimiento y el tratamiento de las enfermedades infecciosas entre los presos es algo que debería preocuparnos a todos. En 2010, un artículo en “The Atlantic” señala que “de más de 10 millones de personas encarceladas solo en los Estados Unidos, el 4 por ciento tiene VIH, el 15 por ciento tiene hepatitis C y el 3 por ciento tiene tuberculosis activa”.

Enfermedades Infecciosas en las Cárceles y Prisiones de Nuevo México

Por malas que sean las estadísticas anteriores, el panorama en el Estado de Nuevo México es mucho peor. Según un artículo publicado en el “Albuquerque Journal” en Diciembre del 2015, aproximadamente la mitad de los reclusos en el sistema penitenciario del estado tienen Hepatitis C. De manera similar, las altas tasas de Hepatitis B también han persistido entre los reclusos de cárceles y prisiones de Nuevo México. “Nuevo México in Depth” publicó un artículo titulado “Una Epidemia Ignorada en las Prisiones de Nuevo México” que resaltó aún más el problema y la indiferencia:

“… aunque los reclusos del estado tienen la prevalencia más alta de Hepatitis C de cualquier grupo en Nuevo México -más de cuatro de cada 10 están infectados -las prisiones no están tratando a ninguno de ellos: de unos 3,000 prisioneros diagnosticados con la enfermedad, solo 46 recibieron tratamiento para la hepatitis C durante el año fiscal del 2018. Están encerrados por sus crímenes, pero los medicamentos que requieren y que les salvan la vida han sido bloqueados en gran medida”.

El artículo continúa señalando: “Ya sea que las prisiones estén o no preparadas para el cambio, se les puede imponer” en referencia a las crecientes demandas presentadas contra el Departamento de Correcciones de Nuevo México y sus contratistas médicos privados a cargo de la atención médica de las personas en el sistema penal de Nuevo México y, por extensión, el Estado de Nuevo México.

Otros tipos de enfermedades infecciosas también tienden a tener una incidencia mucho mayor en las prisiones y cárceles como se señaló anteriormente. Pero de particular interés aquí son las infecciones por Staphylococcus A y B, tales como la Osteomielitis y la sepsis espinal relacionada, que son producto del gran abandono de las infecciones de prisión.

Infecciones por Staphylococcus A y B: Osteomielitis

La osteomielitis es una infección ósea. Si bien se considera rara, está ocurriendo a tasas increíblemente altas en el sistema penitenciario del Estado de Nuevo México, ilustrando la extrema negligencia médica (medical malpractice) generalizada. Dichas infecciones llegan al hueso cuando ocurren en los tejidos adyacentes o se propagan a través del torrente sanguíneo. La osteomielitis es más probable que ocurra en entornos de hacinamiento, como cárceles y prisiones. Las personas que tienen otras enfermedades concomitantes también corren un mayor riesgo, volviendo a apuntar hacoa los reclusos en centros correccionales, según las estadísticas anteriores. Sin embargo, la osteomielitis se controla fácilmente incluso en poblaciones vulnerables. Es la falta de atención médica adecuada y la falta de adherencia a los estándares aceptados de control de infecciones en las cárceles de Nuevo México lo que ha llevado a la epidemia actual.

¿Epidemia? Haz el cálculo

Las tasas de incidencia de osteomielitis varían según la fuente. El “Journal of Bone and Joint Surgeons of America” publicó un artículo autorizado en 2010 que analizó la incidencia de osteomielitis en un estudio basado en la población de 1969-2009, situó el número en 21.8 por cada 100,000 personas.

Dado que hay un total de aproximadamente 7,000 reclusos del Departamento de Correcciones de Nuevo México (NMCD), un simple cálculo ilustra la epidemia de osteomielitis en las cárceles de Nuevo México. Collins y Collins, P.C. solo ha presentado o tendrá en el futuro cercano 10 o más demandas relacionadas con osteomielitis en prisión y/o sepsis espinal. Si las matemáticas aún no son evidentes, eso es aproximadamente cinco veces el promedio nacional.

La Epidemia de Osteomielitis en Prisión es el resultado de la Negligencia Médica e Institucional de NMCD

En Collins & Collins, P.C. en el transcurso de los últimos dos años, hemos recibido muchas llamadas y hemos atendido numerosos casos de presos que han contraído osteomielitis y/o sepsis espinal mientras estaban encarcelados en una o más de las instalaciones correccionales de Nuevo México.

La osteomielitis no es difícil de diagnosticar. No es costoso diagnosticar. Es predecible en un ambiente penitenciario. Si se diagnostica adecuadamente, puede tratarse de manera fácil y económica. Es muy peligroso si no lo es. Puede llevar a hospitalizaciones prolongadas y la muerte si no se diagnostica y se trata adecuadamente. Lamentablemente, no se está diagnosticando y tratatando adecuadamente en las prisiones de Nuevo México, lo que provoca graves daños a los reclusos y sus familias.

Esto está en curso. Se permite continuar como resultado de lo que parece ser una indiferencia absoluta por parte del Estado de Nuevo México y NMCD a la salud y seguridad de los reclusos del estado. Parece que la única forma de llamar la atención de cualquiera sobre estos asuntos es a través de los tribunales y esto es precisamente lo que Collins & Collins, P.C. tiene la intención de hacer.

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